La primera cumbre en 11 años entre las dos Coreas está planificada al milímetro y cargada de símbolos. La jornada arrancó el viernes a las 9.30 hora local surcoreana (21.30 de hoy en la Argentina), cuando Kim Jong-un se dirigió a la línea de demarcación militar que divide ambos países, un gesto trascendental, ya que será el primer líder de la dinastía Kim que técnicamente pisa suelo del Sur desde el final de la Guerra de Corea (1950-1953), hace ya 65 años.
Del otro lado del bloque de cemento que marca la frontera entre las dos naciones que siguen técnicamente en guerra lo esperó el presidente surcoreano Moon Jae -in. Juntos, caminarán hasta la Casa de la Paz de Panmunjom, donde se firmó el armisticio de 1953, para dialogar sobre el desarme nuclear y la forma de sellar una paz definitiva entre ambos países.
Esta reunión es la tercera cumbre intercoreana, después de los dos encuentros que se celebraron en Pyongyang en 2000 y en 2007, y marca un punto de inflexión tras un periodo de alta tensión en la península por los ensayos nucleares y balísticos del régimen norcoreano.
Según adelantó Jong Seok, jefe del gabinete de Moon que el tema más complejo es el desarme nuclear de Corea del Norte. «Cuando se trata de la desnuclearización es difícil de decir en qué nivel se conseguirá un acuerdo». Los avances que consigan Kim y Moon en el tema atómico serán la base para la reunión a finales de mayo o principios de junio entre el líder norcoreano y el presidente estadounidense Donald Trump.
El año pasado Kim Jong-un realizó su sexta prueba nuclear, la más potente hasta la fecha, y lanzó misiles que son capaces de alcanzar el territorio estadounidense, lo que acrecentó la tensión entre Kim y Trump, que intercambiaron amenazas e insultos.
