Entre la tarde y la medianoche del jueves llegaron a la Argentina los principales protagonistas del G20, incluidos el presidente chino Xi Jinping y el estadounidense Donald Trump. Junto a ellos aterrizaron entre otros en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza sus pares del Reino Unido y España, en medio de francotiradores, autos blindados, escuadrones de custodios y pistas exclusivas que se convirtieron en el primer escenario de los máximos líderes mundiales en Buenos Aires.
A las 19:.38 hizo contacto con la pista de Ezeiza el Boeing 747-400 en el que viajó desde España -donde comenzó una gira de 9 días que incluirá luego Panamá y Portugal- el Presidente de la República Popular China, Xi Jinping (65). 29 minutos después su silueta y la de su esposa, Peng Liyuan (56), se dibujaron frente a la puerta del avión de la compañía Air China. Cuando lo hicieron la banda del regimiento de Patricios ya estaba tocando el himno. Segundos antes uno de sus secretarios había sido confundido con el mandatario y los primeros compases comenzado a sonar.
Cerca de las 19:50 el Airbus 310 del presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez (46), entró en el espacio aéreo del Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini de Ezeiza. El país ibérico participa de este G20 en calidad de invitado y Sánchez de su primera cumbre internacional desde que asumió el pasado 2 de junio. Quizás por eso su llegada haya sido la menos protocolar después del francés Emanuel Macron . El español apareció para robarle protagonismo a Xi Jinping, aterrizando en el preciso momento en que el presidente chino se disponía a bajar de su avión. En la pista se comentó que la superposición fue porque «no sabían cómo poner la escalera» en el Boeing 747 de Air China.
A Sánchez y a su esposa, María Begoña Gómez Fernández, experta en marketing, los llaman «los Obama españoles». Descontracturado, cuidadoso con su físico, le adjudican ser amigo de la política «a la norteamericana» y tiene muy claro que las redes sociales son un instrumento de campaña que le gusta usar sin intermediarios. Fue de los pocos líderes mundiales que se pronunciaron en relación al debate del aborto en Argentina y lo hizo a través de un tuit en el que lamentó que el Senado no aprobara su legalización.
Inclusive mientras estaba en vuelo rumbo a Buenos Aires fue a través de la misma red social que escribió: «España está dispuesta a organizar la final de la Copa Libertadores entre el Boca Juniors y el River Plate. Las FCSE y los servicios implicados, con amplia experiencia en dispositivos de este tipo, trabajan ya en el despliegue necesario para garantizar la seguridad del evento», lo que le dio un condimento especial a su llegada y lo puso en la portada de los principales medios cuando todavía no había puesto un pie en el país. Al mensaje no le faltaron hashtags, ni olvidó tampoco arrobar a los dos clubes más importantes de la Argentina.
Eran las 22:24 cuando el 1.90 de Donald Trump (72) se recortó en la puerta del Air Force One, el Boeing 747-200B que traslada al presidente de los Estados Unidos. Antes de su llegada a la Casa Blanca el empresario y magnate había bautizado a su propio avión privado como el Trump Force One, en obvia referencia a la aeronave presidencial, el que llegó a ser definido por sus ostentosas características como «un penthouse en el aire»
Trump Salió del Boeing y sacudió la palma de su mano sin mucho esmero, mientras hacía una mueca similar a una sonrisa que apenas duró unos segundos. Junto a él estaba su tercera esposa, la modelo eslovena nacionalizada estadounidense Melania, que no hizo ningún otro gesto más que disponerse a bajar la escalera tras abandonar la aeronave.
Exactamente a las 23:45 la primera ministra inglesa, Theresa May (62), salió caminando sola desde el interior del Airbus A330 que es parte del 32° escuadrón de la Real Fuerza Aérea Británica y que la política comparte con la realeza.
May es la segunda mujer en ser jefa de Estado del Reino Unido después de Margaret Thatcher y la primera mandataria de ese país que viaja especialmente a la Argentina después de la guerra de Malvinas, ocurrida durante el gobierno de la «Dama de hierro». Eso si no se tiene en cuenta el viaje fugaz que en 2001 realizó Tony Blair desde Brasil a Puerto Iguazú, para encontrarse con el entonces presidente Fernando de la Rúa.
La inglesa bajó rápido la escalera del avión, estrechó las manos de la pequeña comitiva que encabezaba Federico Pinedo y caminó por una pista prácticamente vacía y en silencio hacia la camioneta que se la llevó.
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Fuente Infobae