El líder de la ultraderecha brasileña Jair Bolsonaro juró ayer martes ante el Congreso como nuevo presidente constitucional de la República Federativa de Brasil para los próximos cuatro años.
«Prometo mantener, defender y cumplir la Constitución brasileña» y «observar las leyes, por el bien del pueblo brasileño», declaró el ahora gobernante, quien fue seguido por el nuevo vicepresidente Hamilton Mourao, general de la reserva del Ejército, en un juramento similar con la mano sobre la Carta Magna.
Bolsonaro pronunció un primer discurso ante el pleno del Parlamento. «Vamos a combatir la ideología de género conservando nuestros valores. Brasil volverá a ser un país libre de las ataduras ideológicas», expresó.
«Convoco a cada uno de los congresistas a ayudar en la tarea de libertad definitivamente al país del yugo de la corrupción, de la violencia, de la sumisión ideológica«.
Según Bolsonaro, su Gobierno representará una «oportunidad única de rescatar al país de las amarras ideológicas» y para «combatir la ideología de género» y otros trazos que, en su opinión, imprimieron en la sociedad y la política los anteriores Gobiernos de los progresistas Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff.
«Vamos a unir al pueblo, a darle valor a las familias, a respetar las religiones y las tradiciones judeo-cristianas», aseguró en un discurso de diez minutos. «Brasil por encima de todo y Dios por encima de todo», remarcó.
«Quiero agradecer a Dios por estar vivo», señaló, en referencia a la puñalada que sufrió en el abdomen durante la campaña. “Además, agradezco a los brasileños que confiaron en mí, en la honrosa misión de gobernar el país en un período de enormes desafíos”, agregó.
Bolsonaro reiteró su propuesta a favor de la venta libre de armas para que los ciudadanos puedan ejercer su «derecho a legítima defensa». En ese sentido instó a que se brinde el «respaldo jurídico de los policías», con una legislación que los exima de culpa cuando eliminan a sospechosos en un enfrentamiento armado.
En el plano económico, el mandatario anticipó políticas de «libre mercado» y de defensa de la propiedad privada. Adelantó que impulsará «reformas estructurales» para sanear las cuentas públicas, cuya situación es considerada como una de las mayores amenazas para la economía del país. Pese a que no mencionó específicamente ninguna medida, el nuevo jefe de Estado de Brasil defendió durante la campaña una profunda reforma al régimen de jubilaciones y pensiones, actualmente deficitario y que, según economistas, puede entrar en colapso en los próximos años.
En este marco, el mandatario dijo igualmente que, para sanear las cuentas, su Gobierno no gastará más de lo que recauda, pero que, aún así, cumplirá todos los contratos. «Necesitamos crear un circulo virtuoso en economía que genere confianza y estimule no sólo nuestro mercado sino también el comercio internacional con todos los países y sin amarras ideológicas», agrego.