Lluvias fuertes, vientos arremolinados y ráfagas de más de 155 kilómetros por hora. De esta forma empezó a golpear a la costa de los Estados Unidos el huracán Florence, que si bien bajó a categoría 2, sigue siendo una de las tormentas más peligrosas de los últimos años que promete inundaciones catastróficas y serios daños.
La última referencia del Centro Nacional de Huracanes ubicó al ojo del ciclón a poco más de 100 kilómetros de Wilmington, en Carolina del Norte, con un desplazamiento a 7 kilómetros por hora.
En este estado de la costa atlántica estadounidense, unas 88 mil casas ya estaban sin luz, de acuerdo a lo que informó la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA). «Solo porque bajó un poco su velocidad no hay que bajar la guardia», afirmó el director de ese organismo
Más allá de cómo golpearán las ráfagas de viento a la construcción de las casas de los cinco estados afectados por el huracán, lo que más preocupa es la cantidad de agua que podría caer. «Se producirá un aumento del nivel del agua de 1,8 a 2,7 metros», aseguró el director de la Agencia Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Los vientos también se sienten con más fuerza en la localidad de Myrtle Beach, de Carolina del Sur, que está prácticamente desierta. Allí, como en otras ciudades de la costa, las autoridades instaron a evacuar e impusieron un toque de queda. Quienes se quedaron fueron obligados a ir a centros de refugio.
Hay al menos 1,7 millones de personas que evacuaron sus casas en cinco estados, declarados en estado de emergencia: Carolina del Norte, Carolina del Sur, Georgia, Maryland y Virgina, además de la capital Washington.
Duke Energy, una empresa eléctrica presente en las dos Carolinas, estimó que unos tres millones de clientes se van a quedar sin electricidad por la tormenta y que podrían tardar hasta una semana en restaurar el servicio.
Foto captada en tiempo real
Fuente: Todo Noticias